Esta historia comienza con un árabe llamado Ibn Fadlan el cual tiene conflictos en su tierra, donde sus amigos le dicen que se valla a otros territorios para así evadir esos conflictos. pasado el tiempo se va viendo como va pasando los pueblos, sus costumbres y culturas, hasta cuando llega a volga un pueblo de vikingos, alli le ofrecen abrigo y hogar, cuando llega el rey de ellos llamado wyglif, es or ello que se inicia una pelea por el reino entre buliwif y thorkel, en eso llega wulfgar, hijo de rothgar, quien le pide a buliwif poder salvar el reino de su padre de un ataque de seres sobrenaturales que ataca cuando baja la niebla.
Buliwyf reclama el auxilio de cuantos nobles y guerreros deseen transformarse en héroes; once responden a su llamada. Una anciana, le indica que debe añadir un nuevo miembro a su expedición: el guerrero decimotercero. El elegido será Ibn Fadlan, quien es lo más opuesto al resto de los miembros de la expedición. Ignorando los reclamos de Ibn Fadlan, la expedición se pone en camino. Herger, uno de los guerreros, sabe algo de latín: será el enlace de Ibn Fadlan con la interpretación vikinga de los hechos.
Inician el viaje a través del Volga, luego continúan a caballo hasta llegar al mar. Allí se embarcan, y tras recalar en diversas poblaciones, llegan al reino de Yatlam, tierra de Buliwyf. El espectáculo es desolador: la niebla ha arrasado Yatlam. Buliwyf recoge la espada Runding –que por el tamaño parece un montante, pero mucho más ancha. Acto seguido, vuelven a embarcar para dirigirse al reino de Rhotgar en Venden.
Buliwyf y sus guerreros observan con desprecio Hurot, el suntuoso palacio de Rhotgar. Allá recibirán una bienvenida un tanto fría: Wiglif, hijo de Rhotgar, no dudará en intentar hacer matar a Buliwyf para probar su capacidad.
Al día siguiente, se inicia la construcción de nuevas defensas. Ibn Fadlan traba conocimiento con un anciano noble de Rhotgar, que participó en el pasado en los ataques a Córdoba.
A la noche siguiente, se produce el primer ataque de los seres de la niebla, los misteriosos wendol: Buliwyf cercena el brazo a uno de ellos, pero pierden tres guerreros.
La victoria no satisface a nadie. Continúan los trabajos de fortificación, a la espera del ataque del dragón luciérnaga Korgon. Nuevamente, Wiglif intenta acabar con Buliwyf: empleará a Ragnar, un fornido y valeroso guerrero. Sin embargo, el asunto acabará en singular combate entre Ragnar y Herger, que empleará toda su astucia para obtener la victoria.
Apenas finalizados los trabajos, vuelve a haber niebla nocturna: se produce el ataque de Korgon, que resulta ser una fuerza de caballería alumbrada con antorchas. Los wendol son nuevamente rechazados, pero a un alto coste en vidas. Han muertos otros dos guerreros más del grupo de Buliwyf, y un tercero se halla mortalmente herido.
Ante el cariz de la situación, Buliwyf decide tomar la iniciativa y asaltar el poblado wendol: los siete supervivientes parten a lomos de caballos vigorosos. Siguen el rastro del wendol, hasta llegar a su poblado, similar en todo a los poblados megalíticos de los que tantos ejemplos tenemos en la península: atacan sin vacilar, pero descubren que el enemigo ha evacuado la población. Lo queman sin vacilar, y parten en busca de consejo.
El consejo lo recibirán de unos misteriosos enanos, que les proveerán de siete dagas “forjadas con vapor y magia”. El consejo de los enanos: atacar al wendol en su corazón, “en la cueva del trueno”. Buliwyf comprende, muestra su agradecimiento y vuelve a Hurot.
Esa noche, en Hurot, Herger instruye a Ibn Fadlan sobre la naturaleza del ataque que llevarán a cabo al día siguiente. Al amanecer, parten hacia los acantilados: el acceso a la cueva del trueno es submarino. Darán cuenta de no menos de siete wendol, en una situación tal que permitirán a Ibn Fadlan realizar una completa descripción de su físico. Buliwyf será el único en enfrentarse a la madre de los wendol, protegida por una nube de serpientes. La vencerá, pero será herido de muerte: habrá de ser acarreado por sus hombres hasta Hurot.
En Hurot, Rhotgar garantizará a Buliwyf un entierro acorde a su rango y méritos. Celebran una fiesta.
Ese mismo día, al alba, vuelve a levantarse la niebla. Los guerreros supervivientes se aprestan a la batalla, desmoralizados por la ausencia de su caudillo. Sin embargo, héroe hasta el final, Buliwyf acude al punto más expuesto, acompañado de dos cuervos y su fiel Runding.
La batalla es atroz. Los wendol abandonan el campo en desorden: jamás regresarán. Mas a sus espaldas dejan decenas de muertos: entre ellos, Buliwyf. Rhotgar se dispone a darle honras fúnebres, provocando comentarios despectivos de Wiglif. Tanto Ibn Fadlan como Herger montan en ira, pero será Herger quien luche con el príncipe: Ibn Fadlan dará cuenta del último de los esbirros de Wiglif, que perderá su valor y morirá a manos de Herger.
Tras los funerales de Buliwyf, Ibn Fadlan obtiene licencia para ir a buscar al hijo superviviente de Rhotgar, Wulfgar. Y aquí concluye el relato.
En el apéndice, Crichton da cuenta del debate abierto a raíz de la descripción de los wendol realizada por Ibn Fadlan: ¿es posible que un grupo de neardentales haya sobrevivido hasta épocas históricas, o las características observadas por Ibn Fadlan son meras exageraciones? Muestra argumentos a favor y en contra, dejando la conclusión en suspenso, a la espera de nuevas pruebas científicas.